PUERTAS Y VENTANAS CERRADAS

 


Como cada mañana despues del desayuno mi madre se queda un rato tumbada en el sofá del salón, este es mi momento de cerrar la puerta del salón y ponerme a recoger y limpiar la casa.

Lo primero que hago es abrir las ventanas de cada una de las habitaciones y dejar las puertas abiertas para que se ventile bien la casa. Hoy hace viento y la corriente atraviesa el pasillo, tengo que poner topes en las puertas para que no golpeen y asusten a mi madre, no se vaya a levantar y se me compliquen las tareas.

Noto el aire en la cara, y esta sensación me encanta, antes  solía tener las puertas y ventanas abiertas, siempre me ha encantado que entrara la luz a raudales en casa, pero eso  desde que entro el alzhéimer a casa tuvo que ir cambiando.

Primero fue el tener siempre la puerta de la calle cerrada, ya que la tendencia de las personas con Alzheimer es a salir a caminar, aunque no tengan que ir a ninguna parte, no en vano les llaman "los fugas" y eso hizo que cada vez que volviéramos de la calle cerráramos la puerta por dentro y por supuesto guardásemos las llaves a buen recaudo. 

Tras la puerta vinieron las ventanas, para evitar que tirara cosas a la calle, cascaras de pipas, de frutas, papeles, alguna pelusa o hilo,...nunca nada de valor, pero claro esto generaba suciedad en la calle y molestias a los vecinos, hubo que buscar soluciones. Una anécdota sobre esto es una mañana que  la perrita se hizo "popo" en casa y en el segundo que fui a buscar papel para recoger el excremento, mi madre, mas rápida que el viento ya la había cogido la caca (con la mano sin papel) y la había tirado por la ventana de la cocina que da a un patio interior de un vecino, yo cuando me di cuenta, no me lo podía creer, lo primero fue preguntarle que había hecho con la caca, ella por supuesto decía que nada (esta es su respuesta favorita), porque claro ya ni se acordaba de lo que acababa de hacer, y yo buscaba la caca por todas partes, hasta que me asomé por la ventana y allí estaba...ufff!! que vergüenza, me quería morir. Evidentemente le lavé las manos con bien de jabón y corrí a casa del vecino con mi mejor sonrisa y pidiendo disculpas por lo que acababa de suceder y permiso para pasar a su patio y poder limpiarlo.

Esa misma tarde llamé a un cerrajero que me instaló cerraduras en todas las ventanas de la casa, menos en la puerta de la terraza que no se podía instalar una, aquí hubo que echarle imaginación y creatividad y la idea vino de mi marido, que cambiando un tornillo a uno más grande bloqueaba el acceso, lo cual quiere decir que cada vez que queremos salir a la terraza tenemos que quitar el tornillo y volverlo a poner después, y para abrir las ventanas todos llevamos una llave pequeña en nuestro llavero respectivo.

Además, antes de que llegara mi madre las puertas de casa siempre habían estado abiertas pero tambien tuvimos que incorporar modificaciones, les pusimos pestillos para evitar que pasara a las habitaciones cuando los niños estaban durmiendo o bien estudiando y no les interrumpiera o despertara y en la habitación de matrimonio instalamos apertura eléctrica de botón para que los niños pudieran acceder cuando lo necesitaran  pero mi madre  no se nos colara en sus expediciones nocturnas.

Pues sí el alzhéimer nos hizo cerrar puertas y ventanas, y por supuesto modificó nuestras costumbres y hábitos de familia de família.


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